Tan culpable es el que mata la vaca como el que le agarra la pata

El pueblo panameño está en pie de lucha, demandando la revocación del contrato ley 406, una normativa que, según la percepción general, entrega de forma casi gratuita los valiosos recursos naturales del país. Esta ley ha suscitado una ola de indignación porque violenta la soberanía nacional, abriendo las puertas a un nuevo modelo de enclave colonial y minero.

El gobierno, lejos de dar marcha atrás, ha implementado una estrategia de comunicación enfocada en polarizar la opinión pública. Se promueve un debate jurídico que busca dividir a la población y desmovilizar las protestas, esperando que la atención se centre en la decisión que tome la Corte Suprema de Justicia.

Los sectores sociales y sindicales, por otro lado, presionan por una respuesta rápida exigiendo a la Asamblea la derogación inmediata de la ley en un plazo de tres días. La apuesta del gobierno parece ser el desgaste de estos movimientos sociales mediante la dilación y la desinformación.

Además, se ha detectado una creciente campaña mediática que incita al odio, racismo y venganza, exacerbando las tensiones y promoviendo enfrentamientos violentos entre compatriotas.

El adagio ‘Tan culpable es el que mata la vaca como el que la agarra la pata' parece resonar con fuerza en un país sumido en el caos y la falta de liderazgo, reflejando la responsabilidad compartida de todas las instancias de poder en la crisis actual.

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