• lunes 20 de noviembre de 2023 - 12:00 AM

Las cadenas de la jubilación, un desafío a la dignidad humana

En muchas sociedades, la jubilación es vista como un capítulo merecido tras décadas de contribución laboral

En muchas sociedades, la jubilación es vista como un capítulo merecido tras décadas de contribución laboral; un período de descanso y disfrute. Lamentablemente, en Panamá, la jubilación es sinónimo de calamidad. Este fenómeno no solo refleja una profunda crisis social, sino que también pone en entredicho nuestro compromiso con los derechos humanos.

Uno de los problemas más alarmantes es la disminución significativa de las pensiones respecto a los salarios previamente devengados. Después de una vida de trabajo, es una tragedia que los jubilados deban elegir entre comprar comida o medicamentos. Este tipo de decisión inconcebible reduce a las personas a una existencia precaria, socavando su dignidad y bienestar.

Además, la vulnerabilidad económica de los jubilados los convierte en blancos fáciles para el abuso y el maltrato dentro de sus propias familias. No es raro escuchar casos en los que hijos o nietos se apropian de los cheques de pensión, controlando así incluso las necesidades más básicas de sus mayores. Este tipo de abusos son un reflejo del deterioro social que enfrentamos, en donde la unidad familiar, supuestamente un pilar de apoyo, se convierte en una fuente de explotación.

Ante este sombrío panorama, muchos eligen continuar trabajando indefinidamente, ya que la alternativa es enfrentar la miseria y la pobreza. Esta no es una elección, es una necesidad impuesta por un sistema que ha fallado en garantizar un retiro digno.

Es imperativo que tanto el gobierno como la sociedad civil aborden estos problemas de manera proactiva. Se necesita una reforma integral del sistema de pensiones que permita a los jubilados vivir con dignidad. De igual manera, hay que instaurar medidas legales que protejan a los ancianos del abuso y la explotación.

La jubilación debería ser un derecho humano, una etapa de la vida digna de ser vivida plenamente. En Panamá, sin embargo, representa una sentencia a la pobreza y la miseria. Cambiar esta realidad no es solo una cuestión de políticas públicas; es un imperativo ético que nos concierne a todos.

En resumen, la jubilación en Panamá no puede seguir siendo un símbolo de degradación y abandono. Debemos trabajar colectivamente para revertir esta situación y asegurar que nuestros mayores puedan disfrutar de un retiro digno y seguro.

PROFESOR

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