Tanto en la vida como en la política se libran batallas internas, que a menudo resultan más hostiles que las grandes guerras. El ego y la envidia son parte del ser humano, pero en la política se acrecientan por su cercanía al poder, algo que muy pocas personas pueden resistir en determinados momentos de su vida.
La política sin alianzas es como un partido de fútbol sin balón. Las alianzas políticas asemejan los pases y las transiciones en la cancha, así como el control del esférico en la antesala del gol, lo que resume el objetivo del juego. Como toda competencia, la política persigue el triunfo.
Al igual que en el fútbol, la victoria en política es fundamental. El deseo de ganar estimula al aficionado, propiciando el adelanto de las líneas en contra del adversario. La estrategia en la política parte del reconocimiento del terreno donde se lleva a cabo la contienda, mientras que en el fútbol el terreno está definido en los límites de la cancha.
Para establecer analogías como parte de una estrategia política, muchas veces se requiere a un intérprete que sepa jugar y haya jugado. A diferencia del fútbol, en la política la cancha no está marcada, por lo que se requiere de un conocimiento previo.
Cada cuánto sale un Pelé, un Maradona o un Messi, que desequilibran con su talento; pero el resto de las veces, el parado táctico del D.T. define la forma de jugar de su equipo. También, en la política, ocasionalmente, aparece un caudillo que inspira y revoluciona la escena electoral.
En el siglo XX, Arnulfo Arias y Omar Torrijos se tomaron la escena política con sus respectivas doctrinas y pensamientos. Panamá ha pasado el primer ¼ de este siglo debatiendo a favor o en contra de Ricardo Martinelli, sin que la clase política y económica comprenda que no se trata de la persona, sino de lo que representa su presencia para el electorado.
Para establecer analogías como parte de una estrategia política, muchas veces se requiere a un intérprete que sepa jugar y haya jugado
