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Curiosidades

Papá cachimbón

Papá cachimbón

jueves 3 de septiembre de 2015 - 12:00 a.m.
Redacción El Siglo
redaccion@elsiglo.com.pa

Irina vio a su marido Reynel muy ‘feliz' chateando, cosa rara en él, que constantemente criticaba a quienes eran presa del tiquitiqui.

Irina vio a su marido Reynel muy ‘feliz' chateando, cosa rara en él, que constantemente criticaba a quienes eran presa del tiquitiqui.

Estaba tan absorto que su mujer pudo apreciar la cara de complacencia que ponía en la tecleadera, y le gritó: ‘Con quién estás chateando', su voz resonó como un trueno, pero Reynel estaba bien aleccionado por su propio padre, quien le habló de hombre a hombre el día de la boda para garantizarle que le pasaría todos sus libros cuando lo atacaran las ganas de buscar tontón afuera.

‘Hijo, yo tengo más de quince maestrías y hasta medio doctorado en cómo quemar sin que la mujer de la casa ni sospeche siquiera, recuerdas que te prohibí que enamoraras a la hija de Celestina, pues esa es tu medio hermana, y fíjate que tu madre ni cuenta se ha dado, es más, ni siquiera sospecha', le dijo el padre al hijo que lo miró asombrado porque en ese momento estaba fuera de su vocabulario la palabra infidelidad, pero el tiempo, que es travieso y va mermando las buenas intenciones, lo hizo pecar tres años después de haberle contestado al progenitor: Ahórrese esas enseñanzas, papá, que yo hice una promesa de fidelidad y nada ni nadie me hará cambiar de opinión.

‘Hijo de tigre sale pinta'o', le contestó burlón el papá, y añadió: Sepa, hijo, que yo me comí a su suegra, y mire que soy bellaco, porque su mamá está allá juntito a ella cuento y cuento, mírelas.

A Reynel lo amargó la confesión, pero eso no le impidió tirar cinco en su luna de miel. Fue 36 meses después que conoció a Brendy, de cara amargada, pero trasero responsable y coqueto que ella movía sensualmente cuando pasaba frente a él.

La pelá había llegado de El Chirriscazo a estudiar inglés porque tenía una microempresa turística allá en el campo, y se hospedaba donde la tía, vecina de Reynel y de Irina, a quien él le contestó: ‘Estoy chateando con mi papá, que está feliz porque le salió bien el examen de la próstata'. Y la mujer se creyó el cuento y desechó las sospechas, que resurgieron días después, cuando Reynel llegó con dos suéteres nuevos.

Irina recordó que su madre le decía que quien de repente hace cambios en su vestuario o quiere ponerse perfume o afeitarse es segurito que anda con otra.

Y lo atacó: ‘¿Tú tienes otra, verdad?', pero Reynel estaba preparado, y contestó: ‘Solo me compré ropa nueva porque hoy en la empresa dijeron que van a poner uniforme porque hay muchos que repiten hasta tres veces por semana la misma ropa'. La respuesta de su marido la incomodó y pidió disculpas por malpensada. Pero sucedió días después que Brendy le compró varios productos de los que vendía Irina, quien le vendió contenta, pero luego se preguntó cómo la pelá podía comprar tanto si no trabajaba.

‘Debe ser que tiene un hombre de esos que sí valen la pena, porque hace unos días llegó con tres cartuchos de almacén. Ella no es ninguna pendeja, ella le da la que da, y parece que es mirando al payaso y soltando la risa, porque regresa con plata', dijo la vecina.

El comentario desveló a Irina, a quien la misma Brendy le preguntó al día siguiente si ya tenía los catálogos nuevos. Los revisó e hizo otro pedido grande con la promesa de pagar un día después de la quincena. Fue la noche anterior que por puro instinto Irina esperó a que su marido roncara y le revisó la cartera. Con mucha habilidad le marcó todos los billetes, una marquita sutil que solo ella veía.

Nada parecía presagiar el desastre, pero al día siguiente Brendy fue a pagar sus productos con varios de los billetes marcados. La vendedora aceptó el pago y con los dólares se fue al trabajo de Reynel, donde lo enfrentó con la evidencia en la mano.

Armaron un escándalo por el que botaron a Reynel, a quien no le valieron las enseñanzas paternas porque fue descubierto y dejado por quemón.

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Magíster: Consulte conmigo, hijo, soy experto en quemadera.

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Cuadroso: Nunca le seré infiel a mi esposa.



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