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¡Apretadita!

¡Apretadita!

jueves 18 de septiembre de 2014 - 12:00 a.m.
Redacción El Siglo
redaccion@elsiglo.com.pa

Fue una semana dura, pero, finalmente, llegó el sábado

Rogelín se puso nervioso apenas supo que su suegra venía, y le rogó al Creador que la doñita ya hubiera archivado un pantaloncito blanco que vestía la tarde en la que él llegó a Las Tranquillas de El Chirriscazo a conocer a los suegros. Pero la petición cayó en oídos sordos, porque apenas Clementina bajó del bus, un transportista la piropeó: ‘Jo, está apretadita, tía’. ‘Cleme’ caminó delante de Rogelín, venía entaconada y con un pantalón largo y blanco, pero pegadito y que también revelaba los ‘bienes’ de la campesina.

‘Traigo ganas de orinar’, dijo y le tocó llevarla al baño. Se figuró cosas mientras la esperaba. Cuando llegaron a la casa, ‘Cleme’, por petición de la hija, se puso ropa cómoda. Regresó a la sala con el pantaloncito blanco, el del rayos X, justo el que Rogelín no había olvidado. Yo friego, dijo la señora y se plantó frente al fregador; desde la sala, el yerno miraba la televisión y miraba el trasero apretado de la suegra.

Fue una semana dura, pero, finalmente, llegó el sábado. ‘Cleme’ viajaría el domingo de vuelta para su pueblo, y con la ida, suponía Rogelín, se acabaría su martirio.

Esa mañana, su mujer le había dado un pescozón, porque él se había asustado con el ladrido del perro del vecino: ¿En qué andas que estás tan nervioso?, con todo te asustas, le había gritado también.

Es que ya se va tu mamá y no le hemos comprado nada, dijo Rogelín para disimular. ‘Ella quiere plata para el bingo, hoy se juega aquí’, contestó la esposa.

Ah, bueno, tenga, doña ‘Cleme’, para que se lo tire todo esta noche en el bingo, comentó Rogelín y le soltó un billete de veinte. La doñita se puso feliz y lo abrazó. La caricia desestabilizó por completo al yerno, y tuvo que tomarse unas pintas para ‘tranquilizarse’. El efecto fue contrario, no pudo salir de la casa en todo el día. Le daba ‘cosita’ estar lejos de ese c… embriagador que al día siguiente se iba.

Estaba casi borracho cuando llegó la gente a jugar bingo; el juego empezó enseguida y con él llovían los cuentos de mujeres; unas socias comentaban acerca de los maridos que se venían rapidito, otras aseguraban que la menta es fabulosa para ‘apretar’ y una de mucha edad dijo que la mejor receta para ‘cerrarlo’ de nuevo era dejarlo de hacer por un tiempo. ‘Usted ya es señorita de nuevo’, le dijeron a ‘Cleme’, quien les había confesado que no había probado más desde que el marido se le había ido con otra.

Saber de la posible virginidad de la suegra exacerbó la libido de Rogelín, que, totalmente borracho, no soportó oírla decir que ya tenía uno medio ‘palabreado’ allá en el interior, y que no se lo había soltado porque quería decírselo antes a la hija, quien dijo contenta ‘ya le di el go’.

‘Usted no puede hacer eso, suegra, no puede, tiene que esperar a ver si mi suegro regresa’, replicaba Rogelín mientras tiraba abajo todo lo que había en la mesa. Tuvieron que calmarlo entre varios. ‘Dios, que no vuelva nunca por acá’, le rogó al cielo cuando la fue a dejar a la terminal. Se quedó con el recuerdo del trasero apretadito y metido en un pantalón de florecitas…



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