• viernes 03 de mayo de 2024 - 11:00 PM

El día después, a pensar en y por Panamá

¿Terminarán guerreros fragores? Quienes esta columna lean, recordarán que nuestro himno, con ese verso, escrito en tiempo pasado, afirmaba que, con la independencia, habían quedado atrás los enfrentamientos entre las facciones políticas de la época; y con marcado fervor idealista, que a partir de ese momento reinaba “el amor fraternal”.

Pero nuestra historia política y las confrontaciones que hemos vivido durante los 121 años de existencia de la república, no han sido ejemplos de amor fraternal, sino que, en algunos momentos, han escalado a niveles de odios acendrados, de rencores que han roto todos los puentes del entendimiento y hasta de trágicos desenlaces.

El proceso electoral que cumplirá su etapa más importante, durante las horas en que el pueblo concurra a los centros electorales para manifestar su voluntad soberana, en el único espacio de la vida nacional, en el que todos somos iguales, se cerrará cuando conozcamos su veredicto y hayamos decidido a quienes le confiaremos dirigir la nación por los próximos cinco años.

Si la victoria de la candidatura ganadora fuera muy ajustada, por seguro tendremos días de disputas y reclamos que retardarán el retorno a la tranquilidad social, tan necesaria para que el país pueda recuperar la normalidad; pero si la candidatura que merezca el mayor porcentaje del respaldo de la ciudadanía, obtiene un triunfo claro, se impone que los perdedores acepten con hidalguía y pensando en el país, el veredicto popular.

El nuevo gobierno tendrá como su reto más inmediato hacer todos los esfuerzos para tender los puentes hacia la reconciliación nacional. Son muchos los obstáculos que deberá enfrentar la nación y para enfrentarlos con éxito se requerirán grandes dosis de desprendimiento y gran capacidad para dialogar. Que los egoísmos o el revanchismo no condicionen a quienes pueden aportar a las grandes soluciones que el país necesita con urgencia.

Los nuevos gobernantes deben marcar, desde sus primeras decisiones, que comenzarán a tomar forma durante el período de transición, hacia dónde quieren enrumbar el país. Los gobernados, todos, pero especialmente las dirigencias políticas y sociales de los sectores que no sean favorecidos por el voto popular, si creen en la democracia, deberán respetar la decisión popular y permitir gobernar, que no quiere decir que se subordinen a las nuevas autoridades, pero sí que les permitan el espacio político que debe tener toda nueva administración para “asentarse y despegar”. ¡Panamá se lo merece!

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